Inauguración de la Fuente en el parque de Estudio y Reflexión Montecillo, en Cochabamba, Bolivia.
Queridas amigas, queridos amigos
Estamos hoy en este Parque Montecillo, estamos aquí en este inspirador lugar para inaugurar la Fuente de la Renovación.
En primer lugar, tenemos que agradecer a todas las personas que han aportado para que este elemento del Parque, esta fuente y su gradería pueda hoy inaugurarse, queremos agradecer de todo corazón a Don Pedro por limpiar, preparar e igualar el terreno, a nuestro querido amigo Eduardo por su trabajo y entrega para que se cumplieran los tiempos de la obra y a los queridos amigos que han aportado económicamente de España, Portugal y Galicia, Italia, Suiza, Finlandia, Chile, Bolivia, México y Argentina.
Gracias a todos ellos...
Desde la Mesopotamia hasta América del Sur, las aguas son el símbolo de la substancia primordial, de ella nacen y a ella vuelven todas las formas. En las culturas antiguas, es una expresión de lo sagrado, el agua es fuente de vida: purifica, cuida y hace renacer.
Tanto en las culturas Mesoamericanas, como en las culturas andinas y amazónicas encontramos estos significados muy claramente.
“Si mi destino fuera inventar una nueva religión, recurriría al agua, casi todas las religiones lo hacen”, escribió el poeta inglés Philip Larkin en 1954.
El agua, explicaba el historiador Mircea Eliade, es «fuente y origen, el reservorio de toda posibilidad de vida; es anterior a todas las formas y base de toda creación». Así ha sido desde el comienzo de la historia humana y, cuentan las leyendas, incluso antes.
Según el Génesis, el mundo fue creado por un dios que hizo surgir un «firmamento en medio de las aguas». Los babilonios creían que el mundo estaba hecho de una mezcla de agua dulce y salada. Los indios pima decían que la Madre Tierra había sido fecundada por una gota de agua. El diluvio catastrófico que destruye el mundo es un arquetipo acuático común a todas las culturas, hebraica, griega, andina, amazónica, asiática o mesoamericana.
Sentimos sed física, y también espiritual.
Las fuentes en los Parques de Estudio y Reflexión mantienen esta tradición ancestral.
Desde el punto de vista morfológico, en la grada la curva lleva al ojo a incluir el espacio, provocando la sensación de límite entre lo interno y lo externo, deslizando la mirada en el arco hacia el interior, hacia lo íntimo, lo profundo.
Como todos sabemos las lagunas, los lagos y los océanos se perciben azules porque reflejan la luz del cielo.
En las antiguas culturas pre-Inca e Inca, se observaban los fenómenos astronómicos mirando el mapa estelar reflejado en el agua, usaban estanques de aguas cristalinas para ver las estrellas e interpretar sus relaciones con la vida en la tierra, eran “espejos del cielo”.
Severino Croatto, en su obra Mitos de la Creación explica: “En los mitos la tierra o el agua son pensados como conteniendo en sí toda potencialidad de existencia. En todas las culturas, predomina la creación del mundo a partir de las aguas o de las tinieblas primordiales, lo in-forme y potencial de donde surgen las primeras formas. En el simbolismo indicado está connotada la eternidad de la materia del mundo. La creación es en realidad una organización de lo indeterminado. Wiracocha emergió “de las aguas” del lago Titicaca. También los seres humanos podemos emerger de la profundidad de la tierra inundada como el Mensajero Wiracocha”.
ILLA TEQSI WIRAQOCHA que significa en quechua Suprema Luz Fundamental y Primigenia, Productor del Fuego y Contenedor del Agua (Wira= Grasa que produce el fuego; Qocha= laguna que contiene el agua).
Otro Mensajero: Quetzalcóatl, en el México antiguo construyó un “bañador de gente” en Tula como símbolo de purificación por el que pasarían a lo largo de su proceso los que buscaban emerger de las tinieblas hacia la luz del conocimiento y del sentido.
Permítanme también mencionar unas palabras del Mensajero de los nuevos tiempos, Silo:
“Se comete un grave error, al degradar a los Mitos, diciendo que son formas degeneradas o decadentes de los sistemas.
Estas son épocas preparatorias previas para arribar a los mitos. Trabajando emotivamente con los mitos, (sabemos que apelan y movilizan poderosas emociones superiores), quién sabe que suerte de fenómeno se produce en uno. Efectivamente los mitos sentidos profundamente por el hombre produjeron transformaciones alquímicas”.
“Con solo “el saber” no logramos encaminar la energía. Es necesario además querer y osar, atreverse. Es necesario el trabajo consciente y la energía adecuada para mantenerlo. Solo entonces podremos hablar de destino. Únicamente tienen destino los semi-dioses, los poetas.
Sabiendo, queriendo y osando se rompen los ciclos mecánicos y solo así podrán superarse los accidentes pasando al destino mayor”.
Hasta aquí la cita de Silo.
Queridos amigos, demos hoy la bienvenida a esta Fuente de la Renovación.
Muchas gracias:
Paz, Fuerza y Alegría...